miércoles, 13 de enero de 2016

Respira y cuenta hasta 10

Cuando nació nuestra primera hija, tuvimos una ola de sentimientos encontrados que, estoy segura que todo padre  la experimenta también; primero que nada emoción y un amor incomparable e indescriptible, seguido por un miedo e inseguridad al cuidado de una persona tan pequeñita e indefensa, pero el sentimiento que más me acuerdo es el de inconscientemente esperar al fin de semana con la esperanza de que alguien iba a llegar por ella, se la iban a llevar y nos iban a dejar descansar un poco jajajaja, nuestro modo zombie nos llevaba a alucinar, sobretodo porque literal estábamos solos en una ciudad y país que no era el de nosotros y toda la carga de casa y familia nueva, la llevábamos nosotros.
Cuando llegaron nuestra segunda y tercer hijo, digamos que ya sabíamos lo que no esperaba y bueno, a darle para adelante, no hay de otra no?

Conforme avanzan los días y los años, voy cayendo en cuenta de toda la responsabilidad que tiene el ser padres. Amo a mis hijos de una manera que no lo puedo describir y todos los días hago mi mayor esfuerzo para que sean buenas personitas; sin embargo, como todas ya lo sabemos es un trabajo exhaustivo! De verdad que aunque se que estoy haciendo las cosas bien, constantemente me pregunto si la maternidad es para mi, te pasa? Finalmente son personas, irracionales jajaj pero que tienen emociones, sentimientos, preferencias, gustos y todo lo mismo que nosotros, pero sumado a la N potencia porque están descubriendo miles de millones de cosas nuevas y la verdad es que eso muchas veces me abruma.

Como adultos es muy fácil ir por la vida haciendo y deshaciendo a como se nos place, sabemos las consecuencias de nuestros actos y lo que nos limita la mayoría de las veces es la sociedad. Con los niños eso no funciona así, ellos necesitan de un maestro, de un guía para que aprendan. Es muy difícil la verdad ser esta guía, se necesita de una inteligencia emocional increíble y para aquellos que somos muy emocionales, el tomar decisiones y acciones es una constante lucha para que las emociones no se interpongan con la razón.

Ahora estoy pasando por una etapa clave con mis tres hijos. Mi hija la mayor recién comenzó la escuela y está experimentando nuevas emociones y sentimientos. A veces actúa de manera explosiva cuando algo no se hace como ella quisiera y a mí me da algo explosivo también. La diferencia con mi segunda hija, es que ella ya se da cuenta de la forma en la que reacciona y ahora está conociendo la culpa, el avergonzarse y el acercarse a nosotros para disculparse y reconocer (aunque le cause mucho trabajo) que algo hizo mal. La segunda es una pinga, traviesa y muy simpática, pero dentro de sus travesuras, muchas veces nos lleva a momentos en donde debe de haber una consecuencia con sus actos. Y mi hijo, aunque es muy pequeño, ya comienza a entender cuando está haciendo algo mal y a veces hasta nos “reta” haciendo algo indebido y viendo la forma en la que reaccionamos a sus actos. Los dos entienden más de lo que pueden demostrar.

Por qué te cuento esto? Bueno, así como mencioné antes, yo soy muy emocional y he tenído que aprender a que no me de algo explosivo a mi también.

A lo largo de mi vida como madre he aprendido diferentes estrategias. Algo que me ha costado aprender y controlar y que es de suma importancia es la forma en como reacciono yo cuando mis hijos hacen algo malo.  La verdad es que antes de convertirme en madre, jamás pensé en el impacto que mi reacción pudiera tener en mis hijos. Mis palabras, mis actos, inclusive mi lenguaje no verbal TODO lo sienten, interpretan e imitan. Me he visto en situaciones donde me salgo de control y termino llorando con mis hijos en el piso. He hecho cosas de las me arrepiento y que me hace sentir mal al final del día. Me hacen sentir que fallé pero me da la oportunidad de mejorar al día siguiente porque ya sé qué me funcionó y qué no.

Como en cualquier situación estresante, convivir con niños no es la excepción. Te comparto algunas de estrategias para que sobrevivas esos momentos de locura:

Lleva un diario: Este te ayuda a identificar cuáles son los momentos que disparan el estrés. Lleva  bitácora de estos y así conforme avanza el tiempo, podrás identificar patrones.  Contesta preguntas como, que causo tu estrés, como te sentiste física y emocionalmente, como actuaste al respecto y que hiciste para sentirte mejor. Un ejemplo muy común entre nosotros los padres, es escuchar a uno de nuestros hijos llorar o quejarse constantemente.

Ten un hobby: Ya sé que lo menos que tenemos es tiempo, pero ya sea cocinar, una manualidad o inclusive hacer ejercicio, tener algo que nos guste y nos distraiga, va a ayudar a que nuestra mente se despeje. Un poco de tiempo al día o a la semana, ayudara a nuestro cuerpo a quemar ese enojo, tensión y frustración.

Conecta socialmente: Sal, toma un café con una amiga aunque sea de vez en cuando. Ve al cine o a algún lugar donde no tengas que platicar mucho y que distraiga tu mente, sal a caminar o únete algún grupo o club. El conectar socialmente es la forma más rápida y eficiente para controlar el estrés y evitar sobre reaccionar de forma interna y externa a eventos que tu percibes como amenazadores. No hay mejor forma para calmar los nervios que comunicarte con alguien que te haga hacer sentir seguro y comprendido. Un poco de humor siempre nos hace sentir mejor! Sabias que no te puedes sentir estresado o ansioso mientras estas contento?

Evita situaciones estresantes: Cuando tienes identificadas esas situaciones que te estresan es mucho más fácil cambiarlas o cambiar tu forma de reaccionar ante ellas. A mí por ejemplo algo que me estresaba mucho y hacía que empezara mi día de muy mal humor, era hacer un desayuno muy elaborado y que mis hijos no se lo comieran. Dejé de hacerlo, seguí con lo tradicional y todos felices y contentos. O peinar a mis hijas de forma elaborada, sobretodo en fines de semana donde no tenemos que ir a un lugar en específico y sólo me estresaba y terminábamos molestas, dejé de hacerlo también y sólo les hago una coleta rápida. Entiendes el punto?

Escoge tus batallas: Muchas veces hay cosas que no podemos cambiar u otras que no son necesarias cambiar. Enfócate en lo que es esencial. Establece metas realistas durante el día. Planea, haz rutinas.

Aléjate: Si crees que estás perdiendo el control, aléjate de tus hijos por 5 minutos. Ve a un lugar sola, llora todo lo que puedas (o grita, lo que te sirva), respira, tranquilízate y regresa con tus hijos. No te digo que ocultes tus sentimientos con ellos, de hecho ellos necesitan conocerlos, pero cuando reaccionamos de una forma explosiva con ellos, lo único que logramos es que se asusten y no entiendan el mensaje. 

Si el estrés continua, no estaría de más platicar con un especialista. Alguien que te ayude a manejar el estrés. Muchas veces el simple hecho de platicar con una persona neutral ayuda mucho! Te lo digo porque yo desde hace un tiempo comencé a visitar a una terapeuta. Con ella platico de todo y me ayuda a encontrar un punto de balance cuando siento que lo estoy perdiendo.

La crianza de nuestros hijos no es un proyecto a corto plazo. Y así como dice una frase muy conocida “Respira, vas a ser madre toda la vida”.
Te dejo esta escena de una de mis series favoritas con la cual me relacioné al 100% claro, nunca con ropa de diseñador y no me escondí en la alacena, pero algo muy parecido...

M. 






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